El único requisito para diseñar estos espacios fue el de ser coherente con la presencia contemporánea que caracteriza a la marca. El primer local en la Plaza Diamond tenía proporciones rectangulares, muy ancho pero poco fondo, por lo que toda la tienda se convierte en una gran vitrina con doble altura. Al centro y en diagonal se coloca, a modo de telón de fondo, un plano vertical detrás del cual se esconden las áreas de apoyo. El uso de la perspectiva ayuda a percibir una mayor profundidad. Sobre la pared se colocaron unas luminarias diseñadas especialmente, principales elementos de identidad del espacio. En la entrada se reduce la altura con un plafón que se prolonga hasta el área de caja y se pliega para soportar el letrero. El color predominante de los elementos estructurales y envolventes es el blanco. Los exhibidores, tanto de pared como de piso, son de madera de cerezo con herrajes de acero inoxidable, y están distribuidos de manera uniforme.

Al segundo local, en Plaza Acrópolis, le correspondió una geometría atípica, con un vestíbulo que se aprovechó para la ubicación de maniquíes que –en formación de línea de recibo- dan la bienvenida al visitante. La atmosfera es muy íntima gracias a la iluminación y la altura del plafón. A continuación el área de la tienda contrasta con la entrada. Una imagen de grandes proporciones sobre un muro curvo domina y organiza el espacio. Detrás de este muro se esconden las áreas de apoyo. El mobiliario de piso se dispuso linealmente. Los exhibidores de pared llegan hasta el piso y repiten el uso de la madera. El diseño de piso también refleja la transición, alternando el porcelanato negro de la entrada con el blanco hasta ocupar la totalidad de la superficie.